Somos el mismo aire

Técnica: bordado
Medidas: 150 x 12 cm
Materiales: tela (raso), hilo
Año: 
2022-2023


Descargar versión extensa de la fundamentación teórica (pdf)

La nueva era tecnológica junto con la globalidad nos regaló la convicción de la conectividad y la proximidad del mundo. Una ofrenda de privilegio con su contrapartida una falsa libertad e independencia. Un agudo contraste que se hace evidente en la tensión que desborda las relaciones interpersonales, los estados emocionales y psíquicos de los individuos. Ya en los años 70’ Jacques Ellul anunció: “El universo cifrado de la computadora se convierte progresivamente en el universo que tenemos por la realidad y en el cual nos insertamos”. Nuestro entorno se transformó en un nuevo medio artificial lejos del medio “natural” (relacionado a la naturaleza), resultando en una “tecnologización de nuestras existencias”. La identidad del individuo actual y su voluntad está continuamente interceptada por la tecnología y sistemas algorítmicos. Nuestras proyecciones se alejan cada vez más de lo humano para transformarse en un conjunto de datos fríos, calculados.

Sumado a esto, la polarización de las opiniones políticas individuales han llevado a estados de radicalización que resultan fatales para la convivencia planetaria. Posiciones opuestas que no dan lugar a sopesar otras alternativas y son convertidas en credos llevados hasta las últimas consecuencias. En el caso de algunas sociedades eurocéntricas o norteamericanas esta exacerbación es producto del frenesí de las redes sociales y los algoritmos encriptados diseñados por compañías tecnológicas y lucrativas: las big “fangs”  como Facebook, Amazon, Netflix, Google. El discurso político pierde su credibilidad al evidenciarse su afición a las “fake news”. Cada transgresión religiosa progresa en una respuesta radical y extrema. Como consecuencia un mundo más fragmentado sin diálogo y sin matices. La división de países y fronteras violentadas y sistematizadas por medidas desmesuradas como muros, campamentos militares y leyes basadas en colores de piel, lenguas, clases sociales y género. ¿En qué momento nos deshumanizamos tanto? 

Luego, llegó el covid-19 y con ello -para algunxs- el confinamiento forzoso. Sus consecuencias, múltiples, sus razones, también. El aislamiento inexorable nos hace pensar que las distancias son la medida extraordinaria para la victoria sobre la pandemia. La alienación del otrx, el individualismo y la egolatría acentúan esa tensión en el aire y nos hacen creer que podíamos estar separados, que donde mi cuerpo limita yo termino. Luego de la pandemia, la guerra de Rusia-Ucrania nos recordó que no hemos evolucionado mucho como humanidad, que la guerra nunca dejó de existir. Continúan como impulsores de nuestras acciones la ambición y el interés propio, perduran los mandatos heredados nacionalistas, la visión partidaria y el fanatismo político. Seguimos siendo ciegxs y sordxs al dolor que persiste en otros rincones alejados de nosotrxs.

Conquistar territorios es parte de nuestra historia como humanidad. Avanzar sobre la superficie de la tierra, tener control sobre el suelo o el mar y lo que éstos pueden producir para nosotrxs. Controlar la tierra tanto en la superficie como lo que sucede bajo ella, dominar sobre otros seres vivientes y así proclamarnos el centro del planeta. Siglos de vincularnos con nuestro entorno desde una concepción antropocéntrica. Construimos un imperio del antropoceno a nuestros pies el cual ya no tiene bases creíbles, legítimas o positivas. 

La crisis ambiental y ecológica actual se fundamenta en la subordinación de la naturaleza por parte del hombre con una explotación extrema de sus recursos naturales, el mundo animal y vegetal. Le complementan las desigualdades humanas y los tipos de explotación racial, de clase y género. Filósofas como Anna Lowenhaupt Tsing o Donna Haraway proponen mirar al mundo desde otro lugar distinto a las ciencias y a lo epistémico.

SOMOS EL MISMO AIRE propone alejarnos del centro, comprender nuestra existencia en una relación horizontal y dependiente de otros seres vivos (sea el mundo animal, vegetal y de microorganismos). Comprender que la dimensión microscópica, cuántica e invisible para nuestros ojos es quizás la más verdadera y certera. Una tira blanca de 150 cm de largo, compuesta de pequeños repasos de tela blanca es bordada con la frase SOMOS EL MISMO AIRE, repetidas veces como si fuera un mantra. Puntadas que perforan la tela y dejan pasar “el aire”. Un aire compartido, el cual todxs respiramos y rehusamos. La obra intenta derribar la idea del límite como valor que nos organiza y relaciona.

Las banderas son consideradas un símbolo de territorio y de nación, sirven para identificar nacionalidades y crear/delimitar identidades. Sus diseños representan narrativas históricas (de religión, monárquicas, de independencia, etc), mapas territoriales y simbologías de naciones. Cada color representa un rasgo distintivo a destacar. Rememora una parte de la historia de una nación, o proclama un orgullo o un rasgo de su identidad. El color es político, delimita una creencia y un valor; separa y proclama. Consecuentemente, a través de la historia, la bandera blanca ha simbolizado rendición, tregua y al movimiento pacifista. La frase SOMOS EL MISMO AIRE en ella se presenta como un enunciado al cual rendirse y con el cual dialogar. La complejidad del bordado -en tanto trazos dibujados y encarnados a través de puntadas en la tela- habilita espacios mínimos que posibilitan esta reflexión y advertencia.

La obra posee dos propósitos. Por un lado, busca inspirar un periodo de pausa, de rendición a nuestro propio agotamiento. Nos declara inaptxs para seguir siendo el centro del planeta. Propone correrse a un costado y pedir tregua por todos los años de dominio y explotación a los recursos naturales, mundo animal y vegetal, a mujeres, niñxs, e individuos que no pertenecen a la categoría clase media alta, blanca, heterosexuales. Por instaurar una jerarquía piramidal y desigual sobre otros seres vivos. Por la sucesión de conflictos bélicos entre naciones y el sostén de intereses políticos, monetarios y capitalistas. Busca la unión y el desmantelamiento de un sistema capitalista, neoliberal y antropocéntrico que ya excedió su propio ecosistema. 

Por otro lado, intenta recordar aquella conectividad de la que hablaba Max Planck al anunciar la teoría de la cuántica (inicios del siglo xx). Una conectividad que nada tiene que ver con la propuesta automática y paradójica de la nueva era informática y el universo digital de los smartphones y redes sociales. Todxs estamos compuestxs de partículas subatómicas (nuestros cuerpos y los demás objetos que nos rodean), interrelacionadas entre sí. El aire pasa por entre nosotrxs y por entre todo lo que habita en el universo. El mismo aire.

Investigación para la obra
Un compilado de textos filosóficos, sociológicos y científicos componen el marco teórico el cual utilice para la obra Somos el mismo aire. El libro La era del vacío de Gilles Lipovetsky y su explicación sobre la 2nd ola de individualidad de estos tiempos. Los escritos de Byung chul Han y su teoría sobre la sociedad del cansancio. El anti humanismo radical de esta era de digitalización e inteligencia artificial explicado por Eric Sadin. La propuesta de una antropología pos humanista (pensarse más allá de lo humano) de Donna Haraway y Anna Lowenhaupt Tsing y el enfoque ecofeminista de Yayo Herrero tan pertinente en este último tiempo. Por último, 

Sus teorías e ideas me inspiraron a reflexionar críticamente sobre las problemáticas que acompañan nuestra actualidad. La conceptualización de la frase SOMOS EL MISMO AIRE actúa como metáfora para habilitar otra posible alternativa a la situación. Es una obra en la cual estoy trabajando hace mucho tiempo y la cual abarca un marco temporal orgánico que fluctúa del pasado al presente. 

Proceso Creativo de la obra
Las temáticas que abordo en mi trabajo están relacionadas a lo social, lo antropológico y a las condiciones específicas que condicionan nuestra actualidad. Me interesa interpelar el presente y las situaciones conflictivas que percibo del entorno.

Al abordar un tema investigo sobre obras literarias y teorías de pensadores, sociólogos, antropólogos y filósofos de la actualidad para trasladarlas al plano formal y creativo. Son temas de interés los trabajos sobre la revolución digital, la era informática e inteligencia artificial de Eric Sadin y Mark Twain, los cuestionamientos al antropocentrismo de Dona Haraway o Bruno Latour y las críticas ecofeministas de Vandana Shiva y XX (española).

No me acoto a un único medio artístico, por el contrario, utilizo diversas técnicas siendo la fotografía digital y la narrativa curatorial con las cuales más me identifico. Priorizo el tratamiento de la idea y el concepto antes que la forma.